13- JAPÓN, ¿UN ESPEJO EN EL QUE MIRARSE?

Uno de los problemas del movimiento nacionalista patrio es sin duda la falta de referentes en los que mirarse, haciendo que muchas veces se tome por ejemplo modelos y países que no son tal. Este fenómeno puede aplicarse a gran variedad de ideas y planteamientos, incluyendo por supuesto el tema demográfico y migratorio en el cual yo suelo centrarme.
En este artículo quiero hablar concretamente de Japón un país que, tal vez por el misticismo que siempre asociamos al Lejano oriente y más aún al país de los samurais, se ha descrito  en tiempos recientes como una potencia que combate ferozmente a la inmigración con el fin último de perpetuar la existencia del pueblo japonés. Sin ir más lejos, hace no mucho un dirigente nipón dijo refiriéndose a su país: Un país, una cultura, una raza. ¿Qué nacionalista europeo no abrazaría esta consigna sin dudarlo? Pues bien, la realidad es bien distinta porque como dice el refrán español del dicho al hecho, hay un trecho.



Veámos a través de este artículo la situación general del otrora Imperio del Sol naciente.
Para empezar, unas nociones básicas sobre Japón: Efectivamente Japón posee, para su tranquilidad, la tasa de inmigración más baja de todo el mundo occidental, con tan solo un 2% de población inmigrante o incluso menos.
Este es el resultado directo de la ley de inmigración japonesa, tremendamente estricta y restrictiva: Solo pueden entrar personas con contratos de trabajo para empleos tremendamente cualificados, normalmente trabajos no desempeñados por personal autóctono lo cual es prácticamente inexistente. También existiría la posibilidad de entrar como turista durante un tiempo limitado. El único recurso al que se podría apelar de manera remonta para obtener la nacionalidad sería contraer matrimonio con un japonés, pero tal fenómeno debe considerarse como anecdótico al observarse las cifras a escala nacional.
Bien, sin duda cualquier de nosotros firmaría una ley como ésta para nuestros países pero, ¿Es esto suficiente? La respuesta es no. El problema viene de un error de concepto: El proceso de Sustitución no es un fenómeno independiente y aislado, sino que se encuentra íntimamente ligado a la Globalización. Ambos fenómenos se encuentran indivisiblemente unidos y a veces incluso es difícil señalar donde empieza uno y donde termina el otro.
¿Qué quiero decir con esto? Una ley anti-inmigración no salva a un país. No es suficiente. La reforma que se requiere es total y sin paños calientes. Y sin duda, Japón es un ejemplo fidedigno de ello.
A pesar de su ley de inmigración es un país totalmente integrado dentro de la Globalización y enteramente cosmopolita. Presenta problemas gravísimos tal y como le ocurre al resto de las potencias occidentales. La más grave, sin duda, es lo que muchos autores han comenzado a llamar el invierno demográfico: La tasa de natalidad es de las más bajas del mundo (1,42% aproximadamente) y muchos apuntan a que Japón es el país más viejo, no ya del mundo, sino de toda la historia (Más del 20% de la población es mayor de 65 años). Como se comprenderá, esta situación demográfica es totalmente insostenible a largo medio-largo plazo tal y como ocurre en nuestro país aunque aún más acentuado.  De hecho, este modelo demográfico ha hecho ya que Japón sea uno de los países más endeudados del mundo ante un costo de la seguridad social inasumible.


El modelo japonés nos da la pista necesaria: Bloquear la inmigración no es suficiente ya que el pensamiento posmoderno fuertemente arraigado en nuestras sociedades tiene como principal consecuencia la caída de las tasas de natalidad (Entre otras muchas perversiones). Abriendo un pequeño paréntesis debo traer a colación el caso español para ejemplificar el fenómeno: Desde la misma muerte de Franco y la llegada de la Transición hacia la democracia el índice de natalidad cayó de manera radical de un año para otro, revelándonos hasta qué punto las mentalidades determinan la natalidad dentro de una nación. Lo mismo podría decirse de Japón.
Pero, ¿Realmente es la mentalidad posmoderna la causa de la caída de la natalidad? Observemos las causas esgrimidas por los japoneses para huir de una vida familiar.
En Japón se está dando actualmente un fenómeno social desconocido en el resto del mundo (Afortunadamente) conocido como el síndrome del celibato: Una gran parte de la población menor de 40 años ha perdido el interés por tener relaciones con el sexo opuesto. No únicamente relaciones amorosas, sino directamente las sexuales. Más de la mitad de la población joven permanece soltera y como ya digo, en algunos casos con ausencia total de relaciones sexuales. Muchos de los encuestados han llegado a plantear no únicamente que no están interesados en el sexo, sino que llega a producirles rechazo tal contacto con otro ser humano.
Aplicando este trastorno de la conducta, porque realmente no puede tener otro nombre, a la situación demográfica entenderemos rápidamente el declive experimentado por la población.
A este fenómeno habría que aplicar otros más típicos del Occidente europeo como puede ser la incorporación de la mujer del trabajo o el evitar el matrimonio junto a la vida familiar por motivos de tiempo y/o esfuerzo. Ambos fenómenos pueden identificarse con el capitalismo global, inhumano y brutal que rige gran parte del mundo aunque ese es tema de otro artículo.
A la luz de todo lo expuesto podemos confirmar que las mentalidades juegan un papel vital en la caída de la natalidad japonesa y es además aplicable al resto de sociedades occidentales. El sistema de ideas que entendemos como progresismo no es más que una especie de castración espiritual que lleva a los seres humanos a no reproducirse. Este hecho no es que sea único en la historia, sino que también es único en toda la Naturaleza: Un grupo de animales que, de manera voluntaria y consciente, no se reproducen. ¿Y ésto es lo que algunos tratan de vendernos como progreso?
Para finalizar este trabajo basta con concluir diciendo que, si bien la ley de inmigración japonesa es interesante, no basta con parar la inmigración sino que la natalidad de la población autóctona es otro objetivo prioritario si queremos que nuestro pueblo, y por ende nuestra cultura y civilización, se perpetúe. La Salvación pasa irremediablemente por la recuperación de la natalidad y me temo que para lograr tal cosa el sistema posmoderno al completo, desde lo económico a lo ideológico y cultural, deberá ser destruido y replanteado desde sus mismas bases.

''Nos revelaremos juntos y moriremos por el Honor, pero antes daremos a Japón su auténticos rostro'' Yukio Mishima


Fuentes y ampliación personal:

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Comentarios

  1. Japón puede ser un buen ejemplo a seguir para el resto del mundo por su estricta política de inmigración y sus bajos índices de natalidad que tendrán como consecuencia una fuerte caída de la población. Vivimos en un planeta superpoblado, en el que sobra gente por todas partes, así que no queda más remedio que reducir la población y tener un mundo más sostenible.

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  2. Muchos hablan de que Japón se ha convertido en un país cerrado, pero han tenido motivos más que suficientes. Qué menos que tomar medidas para proteger la integridad del país, nosotros lo vemos algo muy inteligente. Lástima que no se lleve a cabo en España...

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    1. Como bien dice el articulo, efectivamente se ha cerrado a la inmigración y mantienen la homogeneidad de su pueblo, pero están tan muertos espiritualmente como nosotros lo que les ha llevado a una situación no menos peligrosa: El número de ancianos es insoportable lo que hará que su economía caiga sin tardar. Hay que impedir la inmigración, si, pero también hay que hacer mucho más.
      Un saludo

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